No os preocupéis, que no ha pasado nada. Nada grave, me refiero.
Hoy ha sido nuestra primera visita a un hospital y hemos podido comprobar en carne propia cómo funciona el sistema de salud de EE.UU. A pesar de que ha ido sobre ruedas, me ha hecho alegrarme de que tengamos un sistema de salud pública tan estupendo en España, aunque los politicastros de turno (PP, PSOE y CiU, principalmente) estén empeñados en cargárselo y/o privatizarlo, para luego liberalizarlo y que así sus amigos de los seguros privados se repartan el negocio. ¿Habéis oido hablar de la ley 15/1997 que votaron en comandita PP, PSOE, CiU, PNV y CC? Es la que permitió abrir la puerta a la gestión privada del sistema público de salud de España. Entonces nos llamaban agoreros a los que protestamos contra ello. De aquellos lodos, estos barros.
Pero bueno, dejémonos de peroratas y vayamos al grano. No ha sido nada serio, insisto. Hoy estaba preparando la comida (iba a hacer mi superlasaña de la era espacial) cuando me he cortado el dedo. Perdón, quiero decir que me he cortado en el dedo. Ya sabéis cómo son las heridas en los dedos: sangras más que un cerdo aunque te hayas hecho un corte de nada. El corte estaba cerca de la articulación y era lo bastante profundo como para necesitar algún punto (tengo bastante experiencia con los cortes en los dedos, como muchos de vosotros podréis atestiguar: es lo que tiene ser torpe y cocinar mucho), así que llamé a Sofi para ver qué hacíamos.
Pobre Sofi, qué susto se ha llevao.
Pobre Sofi, qué susto se ha llevao.
En Madrid me habría ido andando tan tranquilo al centro de salud, pero como somos nuevos aquí y no sabemos cómo funciona la cosa y a qué hospitales podemos ir o no, pues hemos movido cielo y tierra por una chorrada. Menos mal que una compañera de trabajo muy maja de Sofi nos ha llevado y explicado todo.
Afortunadamente, tenemos ya las tarjetas del seguro (privado, como todo aquí). Hemos ido a las urgencias del Memorial Hermann (puedes ir a cualquier hospital) y todo ha sido como en las pelis. Primero un par de auxiliares la mar de simpáticas (qué pena que no se note el sarcasmo) te toman los datos, tuyos y del seguro. Te hacen esperar un rato (no había muchas personas en la sala de espera: bien) y luego te llaman para hacerte un chequeo antes de tocarte. Te toman la temperatura, la presión arterial y te hacen las preguntas de rigor: alergias conocidas, otros medicamentos que estés tomando, preguntar «del 1 al 10, que nivel de daño siente», etc.
Después de los trámites de admisión, me han dado mis pulseras identificativas para a continuación pasarme a la consulta, donde me he tenido que desvestir y ponerme una de esas batas tan graciosas que te dejan el culo al aire. Mira que hemos visto pelis, pero como no estábamos 100 % seguros, me la he puesto al revés. Por supuesto la enfermera no estaba en la sala: a ver si la iba a denunciar por acoso sexual o algo así. Parecía que me iban a operar de vete a saber qué; pero os recuerdo: estábamos aquí por un corte en el dedo que hacía media hora que había dejado de sangrar.
Después de los trámites de admisión, me han dado mis pulseras identificativas para a continuación pasarme a la consulta, donde me he tenido que desvestir y ponerme una de esas batas tan graciosas que te dejan el culo al aire. Mira que hemos visto pelis, pero como no estábamos 100 % seguros, me la he puesto al revés. Por supuesto la enfermera no estaba en la sala: a ver si la iba a denunciar por acoso sexual o algo así. Parecía que me iban a operar de vete a saber qué; pero os recuerdo: estábamos aquí por un corte en el dedo que hacía media hora que había dejado de sangrar.
Una vez vestido de hospital, ha empezado el chequeo. Ha venido primero la enfermera, esta vez muy simpática (sin sarcasmo): que qué había pasado, que cómo había sido, que si estaba al día de la vacuna del tétanos... Después (todavía no me habían tocado en absoluto: la herida seguía sin lavar) se ha ido y ha venido con la médico (también muy simpática, sin sarcasmo). Ha mirado la herida, me ha preguntado por tercera vez si estaba al día con el tétanos y ha hecho su diagnóstico: basta con vacunarme, por si acaso, aunque esté al día (¿para qué preguntan?) y poner un poco de superglue y una planchita de esas de metal para no mover el dedo, pues el corte está en la articulación y se puede abrir. Sí, sí, dijo superglue. Como en las pelis de guerra. Ni sutura, ni puntos adhesivos, ni grapas. No. Superglue.
Superglue.
Superglue.
Entonces la enfermera me ha dado unos papeles para firmar: eran un documento en el que decía que me habían informado de los riesgos de las vacunas y de por qué me vacunaban. Una vez firmado (he tenido que poner un papel para no manchar de sangre las hojas), la enfermera me ha puesto la vacuna. Luego me dijo que ya me podía ir vistiendo, ha salido de la habitación, ha esperado a que me vistiese y luego me ha dado una esponja con un desinfectante para que me lavase yo mismo la herida (por si me hacía daño y la denunciaba, supongo) y luego, efectivamente, ha venido con el superglue y me lo ha puesto en la herida. Picaba un poco, pero menos que el agua oxigenada. Luego se ha ido y me ha dicho que cuando se secase me pondrían el soporte del dedo (no sé el nombre técnico). Ha venido al rato con una paramédico (también muy simpática, de nuevo sin sarcasmo) que me ha puesto el soporte. No me lo ha apretado mucho y me ha dicho que me lo ajuste yo (por si las denuncias).
Una vez con el dedo «escayolado» me han vuelto a tomar la tensión, la temperatura, me han puesto un electrodo en el dedo y me han vuelto a preguntar «del 1 al 10, que nivel de daño sientes». Después de responde «cero» (zero, más bien) Ha dicho que ya estaba y que esperase un poco, que tenía que firmar unos papeles.
Ha venido una administrativo para terminar de rellenar los datos del seguro y firmar un montón de cosas: la política de privacidad del hospital, que entendía mis derechos como paciente, bla, bla, bla. Esta vez sí, fuera de coñas, todo eso es para evitarse denuncias posteriores. «No, señoría, el paciente estaba bien cuando dejó el hospital, aquí tiene la firma, bla, bla bla...»
El cerro de papeles que he firmado para que me pongan una vacuna y superglue. |
Luego (ha sido, no sé, una hora y media en total) nos hemos vuelto a casa tan panchos.
Pero no hemos podido comer lasaña. Cachis.